Alhajuela es un gran ecosistema lacustre y es el hábitat de una población de jicoteas, o tortugas de río.

Las verdes aguas de este hogar se extienden en un área aproximada de 44 kilómetros cuadrados, rodeadas por un intrincado bosque tropical, en la Cuenca Hidrográfica del Canal. Este reservorio artificial se ubica en la geografía montañosa del occidente de las provincias de Panamá y Colón, y puede almacenar alrededor de 800 millones de metros cúbicos de agua, que provienen principalmente de los ríos Chagres, Boquerón y Pequení.

Lo más sobresaliente de las jicoteas – y de toda la fauna del lago- es que lograron conquistar un nuevo ambiente acuático creado por el hombre en 1934 y aprovecharon el potencial para hacerlo su nuevo hogar.

Las tortugas habitan el planeta desde hace aproximadamente 220 millones de años y son reptiles mucho más antiguos que las serpientes y lagartos. Su sólido caparazón protege sus órganos internos y es su característica adaptativa más notable.

Al detectar cualquier movimiento o ruido, desaparecen en el acto. Se reproducen desde diciembre hasta mayo. Durante este periodo, construyen sus nidos en la orilla del lago. La hembra entierra sus huevos en un sitio soleado, pone hasta 35 por nidada y puede depositar varias nidadas cada año. Luego de 70 días, nacen las tortuguitas, pero se mantienen dentro del nido hasta que empiezan las primeras lluvias. El sexo de las tortuguitas depende de la temperatura del nido: si la temperatura es alta nacen hembras, y si es baja nacen machos.

El principal peligro que enfrentan los huevos y recién nacidos son depredadores como mapaches, gallinazos, garzas y cocodrilos. Cuando entran al agua, las tortuguitas se esconden entre las malezas subacuáticas y se alimentan de larvas de libélulas y otros insectos, caracoles, peces, gusarapos, camarones, cangrejos y también material vegetal.

Las jicoteas forman parte importante de la cadena trófica en este cuerpo de agua y son un elemento dinámico de la fauna dulceacuícola del lago Alhajuela.