Tomar café en Panamá evoca la historia, las anécdotas y aventuras del gran paso transoceánico. En su característico aroma se percibe el aire de nuestros bosques, las nubes de los cielos del occidente chiricano, y sobre todo, el presente y futuro del agua que alimenta al Canal de Panamá.
El café y su historia empiezan en las montañas de la lejana Etiopía. El café está en la ruta del pistacho, del clavo, de la canela y de la seda. En ese camino podemos imaginarnos la silueta de cien elefantes cargados de especias a orillas del mar de Eritrea. En la leyenda del pastor Kaldi y su rebaño de cabras inquietas comienza una historia que llega hasta Panamá.
¿Cómo llegó el café a Panamá?
Algunas fuentes documentan que el arbusto del cafeto llegó a Cuba en el siglo XVIII, y se informa del primer cafetal para el año de 1748. Esa semilla provenía de Santo Domingo y lo más probable, es que el grano haya venido desde Europa luego de otro largo recorrido desde África.
Por el historiador Castillero Calvo, se sabe que el café aparece en Panamá por la década de 1780, desde la cercana Cartagena. No sabemos a ciencia cierta si el grano era para semilla o para el consumo. Los primeros registros comerciales de este producto son de Portobelo.
¿Dónde crece el café?
El café solo puede ser cultivado entre el trópico de Cáncer y el trópico de Capricornio. La variedad robusta se desarrolla a partir de los 500 y hasta los 1,200 metros de altura sobre el nivel del mar; sin embargo, las variedades con mejores atributos, en cambio, crecen en estas latitudes sobre alturas mayores a 1,200 y hasta 2,100 metros sobre el nivel del mar.
El café arábigo, por ejemplo, se cultiva en temperaturas promedio de 18 grados centígrados; mínimas de 8 grados y máximas de 25. En Panamá se siembran algunas de las más conocidas y cotizadas variedades de grano reconocidas en los mercados internaciones.
Aparecen en la escena panameña las variedades del café especial más conocidas como bourbon y catuai, y más tarde, a partir de 2004, el geisha.
El café viajó por el camino transístmico
El café viajó bien desde el Caribe al Pacífico. Se sabe que pasó por los caminos empedrados y navegó las aguas del río Chagres, siguiendo las rutas y senderos que facilitaron el comercio de Centro y Suramérica. Decenas de viajeros y cronistas en su paso por el istmo narran y confirman que bebían el brebaje en su paso por el gran Chagres.
En la Casa Miller (hostería del pueblo perdido de Gorgona), William Johnston (1849) nos dice que “se sorbía caliente sobre mantel de lino blanco, en cafeteras de plata, por un dólar, y siempre acompañado de pastel caliente, lengua hervida, remolacha y mantequilla”. El café de Panamá mantenía despierto el sueño de los que perseguían el oro de California.
Se sorbía también en la capital
La bebida se sirvió en fiestas y banquetes. Así quedó retratado en el festín que se ofrece en la casa de Rita Vallarino al militar colombiano Tomás Cipriano de Mosquera, en la casa de los Obarrio, en el año de 1842. Cuenta la historia que el café se sirvió de noche, junto a los licores, antes de las diez.
El café aparece en la escena pública en la ciudad de Panamá durante la fiebre de oro y en las expediciones que exploraron las alternativas para un canal interoceánico. El lugar de moda era el Café Francés en la Plaza Catedral. La sala se encontraba dentro del recinto del edificio del Gran Hotel, el mejor y más elegante establecimiento de la ciudad y en donde los viajeros pagaban un dime por una taza, un décimo del dólar americano.
Café y Canal
El café sigue siendo un protagonista en la historia interoceánica. En los bosques de la Cuenca del Canal crece la variedad robusta, que se cultiva no solo para enriquecer la productividad hídrica de los suelos tropicales, sino que representa una fuente alternativa de ingresos para los habitantes de la Cuenca.
A la fecha se han plantado 3,838,878 plantones de café sobre una superficie de 12,182 hectáreas, en la Cuenca del Canal de Panamá. Esta producción se procesa en la planta torrefactora de la Asociación de Caficultores de la subcuenca de los ríos Cirí Grande y Trinidad de la Cuenca del Canal (ACACPA). Este café, de notas ahumadas y achocolatadas, se llama Cuencafé.
Este cultivo es un logro del Programa de Incentivos Ambientales del Canal de Panamá que, por medio de la reforestación con café, busca proteger la cobertura boscosa de la Cuenca canalera.
Elza Martínez, presidenta de ACACPA, expresa que “estamos conscientes que cultivando nuestro café ayudamos a conservar el recurso hídrico de Panamá”: agua para dos millones de personas y para el tránsito de 13,000 buques anualmente.
El café sigue siendo la bebida que mantiene despiertos a los soñadores y viajeros.
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