La Selaginella es un género de pequeñas plantas herbáceas, sin flores, frutos o semillas. Su estructura no es la de un arbusto típico, es más bien una planta de porte frágil, con hojas minúsculas en forma de escamitas aplanadas, algunos la confunden con musgos o helechos. A simple vista, parecen finos encajes profusamente ramificados.
Selaginella tiene un linaje ancestral. Está presente en el planeta desde tiempos remotos, mucho antes que las plantas con flores y los dinosaurios, hace algo más de 330 millones de años. Puede decirse que la Selaginella presenció el surgimiento del istmo panameño, proliferando en sus húmedos y calurosos bosques primigenios.
A pesar de su aparente fragilidad, fue capaz de superar y adaptarse exitosamente a los cambios climáticos del planeta. Hoy día es estudiada en los campos de la biosistemática y farmacología. Algunas variedades de llamativo follaje son coleccionadas, cultivadas y comercializadas por su valor ornamental.
Varias de sus especies encontraron en los bosques de la Cuenca del Canal un hábitat ideal. Allí actúan como esponjas de agua, retienen la valiosa humedad y protegen los suelos. A la vez intercambian nutrientes y gases del ambiente, por lo que son excelentes indicadores de la calidad ambiental de estos ecosistemas.
El agua es indispensable para especies como esta, cuyo origen se remonta a millones de años y cuya supervivencia depende de la disponibilidad del recurso hídrico. Sin agua, la primitiva Selaginella y otras especies que habitan en los intrincados ecosistemas de la cuenca canalera desaparecerían. De allí la importancia de proteger el agua: recurso valioso y finito.