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Rana Toro: la escucho, pero no la veo

La noche era más oscura que la boca del lobo, solo se escuchaba el chirrido de un par de grillitos […]

La noche era más oscura que la boca del lobo, solo se escuchaba el chirrido de un par de grillitos a la orilla del río Pequení. En un remanso llano, con algo de maleza, hay una charca pantanosa y más allá, un tronco de gruesas raíces. De su interior brotaba un misterioso sonido, como si allí viviera una extraña criatura. En efecto, se trataba de la guarida de la rana toro.

Rana Toro: la escucho pero no la veo

La rana toro centroamericana es un enorme anfibio que vive en nuestros bosques. La escuchamos mucho en la sub-cuenca del lago Alhajuela, pero es de amplia distribución. Es tan grande como un sapo común. La hembra mide unos 18 centímetros.

Las primeras lluvias de mayo desencadenan su comportamiento reproductivo en la húmeda selva. El macho canta en la noche para atraer a las hembras a su territorio. Con frecuencia, lo escuchas pero no lo ves, porque puede estar escondido a un kilómetro de distancia. La hembra deposita hasta mil huevos en un espeso espumarajo blanco, al borde de un estanque pantanoso o en algún charco inundado por las lluvias. Luego de un tiempo nacen los voraces renacuajos.

Se alimentan de plantitas y materia orgánica, aunque también pueden comerse a sus semejantes y huevos del mismo nido. Estos renacuajos son resistentes a la deshidratación. Si el charco se seca, se refugian entre el lodo a la espera de lluvias torrenciales para movilizarse y continuar con su ciclo de vida. Pero, si pasan más de 6 días sin llover, los renacuajos perecen.

Las lluvias sobre la cuenca del Canal alimentan los ríos que abastecen el agua para uso humano y transporte, pero también son base fundamental de complejos ciclos de vida de los anfibios. Es vital en la supervivencia de especies como la rana toro centroamericana, que depende de ella para sobrevivir generación tras generación, en estos bosques plenos de biodiversidad y rebosantes de vida gracias al agua.

Datos

  • Su nombre científico es Leptodactylus pentadactylus.
  • Se le llama rana toro centroamericana y rana ternero. Se alimenta en su etapa adulta de todo lo que se mueve, desde pichones de aves, otras ranas, crustáceos, culebras, lombrices, grillos, cucarachas, escarabajos, milpiés y también arañas y alacranes. Su piel produce una sustancia irritante y pegajosa para protegerse de sus enemigos. Entre sus depredadores están: serpientes, gatosolos y cocodrilos.

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