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Muelle flotante de Diablo recibe mantenimiento mayor

“En el Canal tenemos una muy marcada cultura de mantenimiento, lo que nos ha permitido mantener las operaciones de manera ininterrumpida y segura por más de cien años.”

Sobre el muelle fijo de remolcadores de Diablo, en la entrada Pacífica del Canal, la grúa terrestre 86100 levanta del agua la estructura flotante de 27.1 metros de largo; 27.1 metros de ancho; 1.8 metro de alto y 46 toneladas de peso, mientras trabajadores jalan de gruesas cuerdas para ayudar a ubicarla en el lugar preciso. El viernes 9 de abril fue el primer día de los trabajos, en el que se desconectó la estructura y retiró el muelle del agua para ubicarlo sobre soportes temporales donde se le dará el mantenimiento.

Se trata del muelle flotante oeste, que requiere de un mantenimiento mayor, pues han transcurrido cinco años desde el anterior trabajo correctivo.

Muelle de Diablo recibe mantenimiento mayor

De la labor participa una veintena de trabajadores de diferentes artesanías de la división de Mantenimiento de Obras Civiles e Instalaciones del Canal, apoyados por colaboradores de otras secciones, como operadores de grúa, aparejadores e ingenieros.

Apenas el muelle está asegurado sobre los pilotes, cual hormiguitas, los artesanos inician la siguiente fase: la limpieza de la fauna marina adherida a la superficie sumergible a lo largo de los años. En total, el plan de trabajo contempla cinco fases o tareas de rehabilitación.

“Los trabajos básicamente consisten en la limpieza de los pontones, preparación de superficie y darle el recubrimiento industrial a través de un primer anticorrosivo epóxico con un acabado alto en sólidos, al igual que soldadura refuerzo de las estructuras de acero, y colocar los ánodos de sacrificio, para evitar la corrosión”, nos dice el supervisor a cargo de los trabajos Avelino Cevallos.

Nos explica Cevallos, ingeniero civil, que el mantenimiento correctivo de la estructura sumergible del muelle se efectúa cada cinco años; pero en ese intervalo, se lleva a cabo trabajos menores en las partes no sumergibles, como el cambio de la estructura de cubierta de madera, de las defensas y de las vigas de contrapeso que mantienen nivelado el muelle.

Los trabajos fueron completados en un periodo de siete días, y forman parte de un plan de mantenimiento de muelles, tanto de remolcadores, como de las lanchas que trasladan a los asistentes de cubierta (pasacables), y a los prácticos en cada operación de tránsito por la vía interoceánica, explica Cevallos.

Muelle de Diablo recibe mantenimiento mayor

En medio de la entrevista, nuestro joven interlocutor, hace una pausa…y luego reanuda con más bríos para afirmar con orgullo: “En el Canal de Panamá tenemos una muy marcada cultura de mantenimiento, lo que nos ha permitido mantener las operaciones de manera ininterrumpida y segura por más de cien años”. Vaya que es cierto que esa cultura de mantenimiento ha hecho posible que las esclusas centenarias operen hoy día con la misma eficiencia, o mayor, que cuando hicieron posible el tránsito inaugural de vapor Ancón ese 15 de agosto de 1914.

“Aquí en el Canal cuidamos mucho nuestras estructuras y equipos. Para nosotros representa un orgullo aportar para que las operaciones se mantengan de forma continua y segura”, subraya Cevallos.

Entre el segundo y cuarto día de este plan de trabajo, los artesanos prepararon la superficie de los pontones con blasting (arenado abrasivo a vapor) ecológico y pintura. Esta etapa es crucial para garantizar que la estructura que será devuelta al agua sea segura, toda vez que la cascarilla residual en las superficies de acero no es una base conveniente para aplicar recubrimientos protectores modernos de alto rendimiento. Por lo tanto, se elimina mediante limpieza con chorro abrasivo de agua y arena.

Muelle de Diablo recibe mantenimiento mayor

Para el jueves 15 de abril, se aplicó la soldadura de refuerzo, mientras que en el séptimo día, se instaló la cubierta de madera. Con esta tarea se marcaba el final del mantenimiento mayor del muelle de Diablo.

El sábado siguiente, con las primeras luces del día, y aprovechando la marea alta, la grúa terrestre 179, de 75 toneladas de capacidad, devolvió la pesada estructura flotante al agua. Estará lista para dar servicio a la tripulación de los remolcadores y lanchas, durante los próximos cinco años, que quizás marque su final, después de unos 60 años de utilidad para dar paso a una nueva estructura.

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