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Livio Tornabene, de Gatún a Marte

Hace 20 años un joven científico llegó a Panamá para investigar un posible cráter de meteorito a orillas del lago Gatún. Su investigación probó ser tan vanguardista que lo llevó a investigar la geología de Marte.

Bajo la espesa vegetación del bosque que rodea al Canal de Panamá se esconde una verdad tan antigua que podría tener la respuesta a la pregunta más esencial del ser humano, ¿Cómo se hizo la vida? El posible hallazgo de un cráter en Gatún podría albergar parte de la respuesta.

Aun desde antes de entrar en operaciones, el Canal de Panamá ha sido un paritorio de curiosidad científica en muchas áreas del conocimiento, especialmente ambiental.

Robert Stewart fue uno de esos científicos enamorados de Panamá que llegó por el Canal y se quedó prendado de su identidad. Fue pionero de los estudios de geología en Panamá que buscaban una ruta para un nuevo canal por Darién en la década de 1960. Estudió el volcán Barú, la geología de la represa sobre el río Bayano y dirigió el estudio de la tierra que sostiene al Puente de Las Américas.

Su obsesión por las rocas istmeñas le hizo retener una colección rocas de las que sospechaba estaban fuera de lugar, de un área norte del lago Gatún. En la década de 1990, bastón en mano, perseveró en su teoría de un impacto celeste al norte de Gamboa.

Veinte años después, un joven nacido en Nueva York y criado en Florida, Estados Unidos, se cruzó en el camino de estas rocas. El geólogo Livio Tornabene, por sugerencia de su director de tesis de maestría de la Universidad del Sur de la Florida, eligió estudiar las rocas de Stewart en Panamá, en el año 2000.

Livio Tornabene, de Gatún a Marte - El Faro - Canal de Panamá

¿Cómo empezó esta relación con Panamá?

Mi primer viaje a Panamá fue en 1993. Vine como asistente de la doctora Kathleen Johnson en su estudio del volcán Barú. Fue la primera vez que salí de mi país. Siete años después, mi tesis de maestría me llevó de vuelta a Panamá, pero con mi propia investigación.

Estoy agradecido de que Jeffrey Ryan, gran geólogo químico y supervisor de mi tesis me preguntara qué me interesaba estudiar. Quería estudiar la geología de otros planetas, investigar meteoritos, saber qué nos pueden decir de dónde viene la tierra y de dónde venimos los humanos. El doctor Ryan me llamó a su oficina tres semanas después y me dio una caja de cartón con unas rocas.  ¿Quieres estudiar unas rocas “desbaratadas”? Las conseguí en el garaje de un geólogo panameño retirado. Enlisté a mi amigo panameño Tomás Carey y me fui a  estudiar lo que llamaríamos “la estructura de Gatún”.  Conocí a Tomás desde la licenciatura en Gainesville y participamos juntos en  la expedición de 1993.  El me ayudó a navegar los trámites con el gobierno. Sin él, mi investigación no habría sido igual.

Livio Tornabene, de Gatún a Marte
La Estructura de Gatún está ubicada en N 09o 05’ 58.1”, W 79o 47’ 21.8”, a 10 kilómetros al Oeste Sur Oeste de Gamboa. Está parcialmente inundada, tiene forma casi concéntrica y mide unos 3 km de diámetro. Durante la toma de muestras Tornabene y Carey llamaron en broma a esta roca en medio del lago Gatún, la isla de Livio.

¿Cómo llegó a demostrar que la Estructura de Gatún  es un cráter de impacto de un meteorito?

Los que verificaron mi tesis quedaron convencidos de que había suficiente evidencia de hecho  de que la Estructura de Gatún es el  sitio de un impacto de un meteorito de hace unos 20 millones de años.

La evidencia que buscas es muy dinámica, partículas microscópicas o marcas químicas que persisten bajo el triple dosel del bosque, un ambiente agresivo y cambiante. Hice mi mejor esfuerzo para estudiar el shock metamórfico en estas rocas y los resultados fueron definitivos, pero ambiguos a la vez. Pudimos reconocer capas de rocas alteradas y datar la edad de la piedra alterada por este impacto. Pero, aunque no es demasiado preciso, la Estructura está oficialmente reconocida como un sitio de impacto. Lo que intrigaba a Bob Stewart era que estas rocas estaban en un lugar inusual para sus características. Encontramos vidrio dentro de piedra caliza y eso fue grande. El siguiente paso iba a ser técnicas de datación con radioactividad de ese vidrio.

Pero, en ese momento me inscribí en el programa de doctorado de la Universidad de Knoxville, Tennessee y mi carrera cambió de rumbo hacia Marte.

¿Cómo fue ese enlace para estudiar cráteres en Marte?

La subdisciplina de geología planetaria es muy reciente. Mis estudios en la Universidad del Sur de la Florida probaron ser innovadores en la investigación de cráteres y lo que pueden explicar de nuestra propia geología. En ese sentido, Stewart estaba muy adelantado a su tiempo.

Aun en los años 60, la comunidad científica pensaba que los impactos, en general, eran causados por explosiones volcánicas. Pero, esta idea de que estos cráteres son evidencia de impactos de asteroides me llevó a participar de las expediciones de la sonda espacial Odisea de Marte, en 2001; la exploración de Rovers, en 2004 (Spirit y Opportunity), el Orbitador de Reconocimiento de Marte de 2005 y afirmaron mi carrera como geólogo planetario. Uno de los privilegios que he tenido ha sido ayudar a la Unión Astronómica Internacional y en 2006 sugerí poner el nombre de Gamboa a un cráter en Marte.

La Estructura de Gatún me dio un tremendo fondo de conocimiento sobre los cráteres como ventana a nuestra historia, tal como el Canal ofrece esa ventana a Panamá.

La tecnología que se emplea para estudiar las condiciones de Marte es lo más vanguardista que hay, pero qué desearía que se inventara para obtener más respuestas?

¡Una máquina del tiempo!

¿Cómo nació ese interés tan profundo en la ciencia?

Nací en Brooklyn, pero a los seis años mi familia se mudó a Coral Springs, Florida. Allí no había tantas luces urbanas y por primera vez vi un cielo estrellado en pleno. Esto me despertó preguntas fundamentales y soñé con ser un astrónomo. Le hacía preguntas a mi madre que ella no podía responder; sí, Dios hizo la tierra y los planetas, pero ¿cómo? le preguntaba.  Cuando conocí  la geología me fasciné con las historias que pueden contar las rocas y al final pude combinar ambas ciencias.

Con sus ahorros usted pudo financiar su investigación en Panamá. ¿Cree que el dinero es el primer obstáculo para los jóvenes que empiezan su carrera científica? ¿Qué les aconsejaría?

Ciertamente el dinero es una parte importante. Aun los científicos más reputados tienen que trabajar duro para conseguir fondos para sus investigaciones. Para tener éxito en la ciencia hay que ser apasionado,  aprovechar las oportunidades. Esto puede  significar muchos sacrificios, como dejar atrás familia, amigos, mudarse lejos de casa.  No se puede ser tímido. Si pueden conocer a los científicos del área que les interesa, lléguenles. Eso me ayudó a cruzar muchas puertas.

Y sobre todo, la perseverancia. Deben ser capaces de quedarse con lo que quieren y llevarlo hasta el final. De joven, pensaba que para trabajar en la NASA tenías que ser un genio o venir de Harvard. Teniendo que vencer una discapacidad de aprendizaje con la que aún lucho, aprendí que uno tiene que estar dispuesto  a poner las horas extra, invertir más tiempo. Todo lo que necesitas es perseverar.

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