Para el Canal de Panamá la gestión social y ambiental de un proyecto es pieza clave en su desempeño como corporación.
Cuando pensamos en gestión de riesgos, nos ubicamos en las ciencias físicas y la aplicación de tecnología. Una visión moderna sobre el riesgo social propone un enfoque holístico, que reduzca sesgos relacionados a la gestión fragmentada de los recursos hídricos, sobre todo, por la necesidad de estar anticipados y pensando en los problemas desde los usuarios, reales y potenciales.
Así, el riesgo deja de ser un fenómeno físico, para ser cultural y su mitigación es representada por medio de un bien social y económico, que atiende a la complejidad de las demandas de las poblaciones, basándose en un diálogo de saberes con los proponentes.
El agua total del planeta ha sido la misma desde que los dinosauros habitaban la tierra; lo que sí ha cambiado es su uso, apropiación y administración para distintos usuarios. Bajo este enunciado, el enfoque de gestión hídrica del Canal de Panamá asegura la sostenibilidad del recurso para el consumo de poco más de la mitad de la población panameña y para la operación de la ruta.
Para cumplir con este propósito se enfoca en la calidad del recurso y la cantidad para garantizar la disponibilidad y el control para un manejo eficiente. Sobre lo anterior, lo hace minimizando externalidades que se puedan generar de su gestión y calculando el valor social y ambiental intrínseco, que debe ser estimado en todo potencial proyecto hídrico. Esto se hace trabajando desde la demanda y en acuerdo con todas las partes.
La Conferencia Internacional sobre Agua y Medio Ambiente celebrada en 1992, conocida como la Declaración de Dublín sobre el Agua y el Desarrollo Sostenible, reconocía el agua dulce como bien finito y vulnerable, además, la gestión participativa del agua, el papel de la mujer en su gestión y su valor económico.
¿Cómo hacerlo?
El Canal promueve una gestión inclusiva del recurso hídrico para alcanzar la participación informada de actores claves y diferentes grupos de interés. Lo anterior permite enfocar esfuerzos en la formación de capacidades locales y en comunidades del conocimiento para que sean autogestionarias, esto es, social y económicamente resilientes y ambientalmente sostenibles.
De esa forma se pasa de un riesgo social potencial a la gestión social de un proyecto como catalizador, y de cualquier forma de control social, a la promoción de la cohesión solidaria. Se trabaja con base en los intereses comunes de las partes y bajo principios precautorios que consisten en la toma de decisiones consultadas y de consentimiento previo, libre e informado.
La conclusión de estas acciones es que cualquier malestar potencial se vuelve una oportunidad para el desarrollo de las comunidades y la adecuada administración del agua.
Al igual que lo observado por la Comisión Mundial de las Represas, como lo expuesto en los 10 Principios de Ecuador, el contenido social presente en cada uno de estos, no solo es mandatorio, sino de obligatoria observancia, por esta razón, el Canal de Panamá, desde el inicio de su vida institucional, ha desarrollado una gestión ética y participativa del agua.
En ese sentido, la sostenibilidad hídrica no solo se logra mediante el eficiente cumplimiento de un cronograma para un estudio o una obra de infraestructura, también depende de una adecuada planificación territorial y fundamentalmente, de la inclusión de la variable social y ambiental en todas las fases de un proyecto, desde su idea y concepción, hasta el diseño, implementación y operación.
Para el Canal, todo se resume en que la gestión social del riesgo de proyectos hídricos es más que los Principios de Ecuador, cartas de Naciones Unidas, obras civiles y cronogramas de cumplimiento, se trata de un derecho humano fundamental que se atiende con enfoques novedosos, tecnologías adecuadas a cada contexto y socialmente innovadoras.
El autor es coordinador de Asuntos Institucionales y Proyectos del Canal de Panamá.