En la 43° edición del Concurso Nacional de Artes Visuales Roberto Lewis 2023 destaca una obra que interpreta la memoria histórica del Canal de Panamá. La obra “Trabajadores temporales del Canal de Panamá”, en acrílico y lápiz de carbón sobre un lienzo de Radamés Pinzón. 

El concurso Roberto Lewis es organizado por la Dirección Nacional de las Artes del Ministerio de Cultura con la finalidad de promover y estimular el arte en Panamá. Este año se presentaron 200 obras a la convocatoria, resultando 15 preseleccionadas y 4 premiadas.  

La obra de Pinzón fue premiada junto a la de Pilar Moreno, ganadora del Gran Premio con la técnica arte relacional denominada “La chica destellante y otras protestas”; además de Moab Ayarza con la obra “El Niño”, en la técnica lápiz de color; y “Todos somos hijos de la patria”, del autor Esviel Jefer, con técnica mixta.  

La obra 

Radamés Pinzón ha ganado el premio Roberto Lewis en cinco ocasiones y recibido múltiples menciones de honor, pero la obra de este año es diferente por su gran formato. 

“El blanco y negro es un choque, es una ruptura, es algo que te nace de lo más fuerte de mí, de mi ser. Yo sabía que esta obra iba a impactar en blanco y negro. Si la hubiera hecho en color hubiera sido una obra bonita, pero ya esta obra trae fuerza y esa fuerza es todo el lenguaje que yo vengo arrastrando durante mucho tiempo”, explica Pinzón de los tonos monocromáticos de su obra.  

En “Trabajadores atemporales del Canal de Panamá” aparecen tres trabajadores que evocan la labor constructiva y sus herramientas, maquinaria y buques dentro de una composición que se siente como un sueño. En la producción, que duró dos meses, el artista destaca que “me dediqué a corregir muchas cosas técnicas. Lo que hice con la maqueta fue organizar la información interior de qué quería hacer y cómo lo quería hacer”.  

El vínculo del artista 

Pinzón explica que su lazo con la nacionalidad empieza en la infancia con los estímulos escolares. “Todo esto te va relacionando emocionalmente con la posición de tránsito, pero yo creo que realmente mi despertar ocurrió con las novelas de Joaquín Beleño”, señala. 

En las creaciones del artista persisten el recuerdo del campo y la ciudad de Panamá de los años 80. “Yo soy el tipo de panameño que tiene familia en el interior y vive en la capital. El panameño tenía estas costumbres colectivas de reunirse, de hacer fiestas; mucho de ese hilo social se desintegró después de la invasión. Entonces, yo quedé con una profunda nostalgia de ese mundo: el recuerdo del barrio de Santa Ana”.  

Al llegar a la mayoría de edad, Pinzón estudió periodismo, pero, sintiendo muy rígidas las líneas editoriales de ese entonces, decidió tomar el camino del arte. “Descubrí que, con la cultura, yo me podía desarrollar. Por ejemplo, en mi comunidad siempre estaba metido en actividades donde podía contribuir con mi entorno, y me daba cuenta de que tenía una herramienta y que en la pintura podía expresarme”, explicó a El Faro.  

En la obra de Pinzón hay constante referencias a la memoria y al recuerdo de una panameñidad de otro tiempo. Leyendo a Beleño se impregna de una sensación de pérdida: “Yo me di cuenta de que acá, en la posición transitista, había un problema de enajenación”.  

“El mundo entero sabe el potencial de Panamá, pero no hemos definido aún qué queremos. Entonces la cosa empieza por la educación del humanismo. O sea, así como en el periodo de la Ilustración los intelectuales se dedicaron a sensibilizar sobre lo que eran las ideas de libertad, así mismo tiene que haber un movimiento interno intelectual dentro de Panamá, desde la música y desde las artes”, reflexiona Pinzón.