Hace dos años, los niveles del lago Gatún bajaron de tal manera, que dificultaba el uso del Muelle 45; por consiguiente, un equipo de ingenieros del Canal concluyó que la solución era diseñar un muelle flotante para que cuando llegaran épocas secas y el nivel del lago bajara nuevamente, los remolcadores tuvieran un área de transición accesible para la tripulación.

En el taller de pintura y arenado, en Gatún, provincia de Colón, artesanos en estructuras de hierro, concreto y pintores, laboraban en una especie de armado de un rompecabezas, cuya fotografía final será de un muelle flotante que dará servicio a los remolcadores en el lago Gatún, en el área atlántica del Canal.

Estos expertos trabajan en un cronograma diseñado para cinco meses, y que comprende la fabricación de 10 guías de acero a las que se acoplan los pontones o contenedores de 20 pies al muelle fijo.

La pregunta del millón de dólares es: ¿por qué una estructura flotante en el Muelle 45 de concreto existe desde que entraron a operar las esclusas neopanamax?

“La respuesta es el cambio climático, causante de que durante la estación seca de los dos últimos años, hubiera gran escasez de lluvia en la cuenca hidrográfica del Canal, y con la consecuente baja en el nivel del lago Gatún”, nos afirma Paul Bernal, ingeniero supervisor de la Unidad de Mantenimiento de Instalación y Obras Civiles del Atlántico.

Explica que al descender el nivel del lago, el embarque y desembarque de la tripulación de los remolcadores se vuelve difícil. Así pues, la solución está en un muelle flotante en Gatún, igual al que opera en Diablo, en la entrada Pacífica de la vía interoceánica.

“En común acuerdo con la División de Ingeniería, se llegó a la conclusión de que un muelle flotante puede solventar esta situación para que durante la estación seca, cuando el nivel del lago desciende, los remolcadores tuvieran un área donde atracar sin que se le dificultara el embarque y desembarque a los capitanes y tripulación”, subraya Bernal.

Los componentes del muelle flotante, añade, fueron adquiridos externamente, mientras que los 10 perfiles de acero o guías fueron fabricados en los talleres del Canal.

Contenedores al agua

Luego de que los soldadores y aparejadores instalaran las vitas, esas piezas metálicas a las que son amarradas las embarcaciones, al igual que las defensas de caucho que servirán de protección de las embarcaciones, el equipo se dispone a trasladar los contenedores de 20 pies al agua; tarea a la que se suman operadores de grúas y de equipo pesado.

“Ahora mismo estamos en el proceso de ‘botar’ los 10 contenedores al agua. Cada uno está enumerado y con los respectivos acoples que lo amarrará a las guías instaladas en el muelle fijo, y que permiten que se deslicen hacia arriba o hacia abajo, según el nivel del lago, para que los remolcadores puedan acodar en el muelle flotante, sin problemas con el nivel del agua”, explica Bernal.

Una vez que los 10 contenedores estén acoplados a las guías, y como fase final, el equipo rellena los perfiles de las guías con alrededor de un metro cúbico de concreto, para que le permita mayor rigidez a la estructura.

Muelle para rato

Como quiera que el mantenimiento es una filosofía en el Canal de Panamá, cada estructura erigida, instalación o flota de tierra y mar, para la organización conlleva un estricto cronograma de sostenimiento, y el nuevo muelle flotante de Gatún no es la excepción. Aunque, en este caso, el fabricante asegura que será de larga vida útil y de un mínimo de atención.

“Estas estructuras se diseñan con la intención de que el mantenimiento sea mínimo. Por lo general, las que sufren mayormente son las defensas del muelle, y apenas eso se da, de inmediato las cambiamos, así que deben durar muchos años”, concluyó el ingeniero Bernal.