¿Sabe usted dónde vive? ¿Cómo se llama el río o bosque más cercano a usted? Estas preguntas sencillas son importantes para ciudadanos, empresas y gobiernos locales que garantizan una sana convivencia con el ambiente que les rodea.
Por ejemplo, Panamá tiene 52 cuencas hidrográficas, lo que quiere decir que todas las personas que habitan este territorio están cerca de un afluente. La información detallada sobre las muy diversas regiones de Panamá está contenida en el Sistema Nacional de Información Ambiental del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), lanzado recientemente.
Diana Laguna está al frente de la Dirección de Sistemas de Información Ambiental de MiAmbiente, que elaboró el proyecto y explica lo que hace esta oficina. “Tenemos la misión de proporcionar información actualizada a todo el que la necesite. Aquí se trabaja líneas base que se usan en los Estudios de Impacto Ambiental en todo el país. Estos datos son esenciales para que el desarrollo sea sostenible sin que se afecten las presentes ni las futuras generaciones”.
A la par del Sistema Nacional de Información Ambiental se presentó un estudio crucial para el país: un diagnóstico de cobertura boscosa que incluye la ubicación y estado de los bosques primarios, secundarios y rastrojos. Incluir la ubicación de los rastrojos es novedoso porque “si estas áreas no se tocan, en cinco años pueden convertirse en bosques”, amplía Laguna.
La cobertura boscosa ofrece muchos recursos. Nos proporciona salud y ventajas económicas y sociales. En el caso de la cuenca del Canal, el bosque actúa como una esponja que contribuye al caudal de los ríos que aportan agua para los lagos reservorios Gatún y Alhajuela.
Laguna destaca que “por la posición geográfica de Panamá, tenemos un clima tropical húmedo que se aprovecha tanto para producir agua potable, como para el gran negocio del Canal de Panamá”.
Geografía y conciencia ciudadana
Comprender las cuencas hidrográficas es la única manera de solucionar los problemas socioambientales con los que lidiamos hoy. Acercar la educación de niños y adultos a la geología, ambiente, ecología y comportamiento social ayuda a corregir errores históricos de planificación y ordenamiento.
Laguna rememora que su mentor, el investigador Guillermo Castro, le decía que sabemos en qué provincia, distrito y corregimiento vivimos y en qué circuito votamos, pero no tenemos claro en qué cuenca estamos.
La cultura rural y la cultura urbana difieren en su relación con las cuencas. En lo rural se convive con los ríos y se tiene un concepto más vivo del territorio. Esto no sucede en el área urbana: no existe el concepto de río, porque apenas lo vemos y se le trata como un estorbo. “No valoramos al río, lo escondemos. En la ciudad tenemos cuencas totalmente urbanizadas, como lo es la del río Matasnillo: tiene cero cobertura boscosa”, señala la directora.
“A mí, que soy citadina, el paisaje de la cuenca del Canal me emociona porque viví la transición de su historia. Aquí el aire puro huele a panameñidad plena y me siento orgullosa de su administración”, narra Laguna.
Un tema de geográfico
La geografía es una ciencia para la vida. No hay profesión que no se beneficie de esta. De hecho, la pandemia de la Covid-19 ha demostrado lo esenciales que son los sistemas de información geográfica para las entregas puerta a puerta, la atención a desastres y para mejorar la conectividad de las comunicaciones.
Lo que sigue para el diagnóstico de cobertura boscosa es que, con el también recién implementado sistema de teledetección, se amplíe la información de las 32 categorías de uso de suelo entre los que hay bosques, manglares, rastrojos, cultivos, pastos, potrero y albinas.
“Necesitamos con urgencia que más jóvenes estudien geografía” declara la directora, “este conocimiento profesional y científico nos permite mantener la conciencia y la identidad nacional. No se defiende lo que no se ama”.