Era muy temprano, todavía de madrugada, cuando se escuchó un estropicio a la orilla del bosque que rodea el Centro de Observaciones de Agua Clara, en Colón. Un grupo de grandes aves se acomodaron en un árbol de guásimo para dar inicio al concierto de la Chachalaca Cabecigris, recibiendo el nuevo día desde la entrada norte del Canal de Panamá. Su coro polifónico sonaba como una señal de alarma en medio del bosque, pero distaba de ser estridente, sino más bien armonioso y animado.

La Chachalaca Cabecigris, conocida también como Paisana, es un ave gallinácea bastante grande, exclusiva del neotrópico y vecina residente de la cuenca del Canal. Su longitud aproximada es de 50 centímetros, incluyendo la cola, y pesa unos 500 gramos. Se asemeja a una gallina con una cola muy larga. La cabeza es gris oscuro, el resto del cuerpo es de tono marrón y la punta de la cola, blancuzca. Frecuenta bosques secundarios, áreas de arbustos, matorrales altos, zonas limítrofes del bosque y herbazales de tierras bajas.

La Chachalaca Cabecigris, al igual que otras especies de fauna nativa, son indicadores de la salud del ecosistema, y la dinámica de su población nos ayuda a evaluar la calidad del entorno donde habitan. De igual forma, desempeñan un papel valioso en la dispersión de semillas en el bosque, que es un proceso ecológico esencial para la regeneración y restauración de comunidades vegetales perturbadas.

Así como en el Atlántico, su canto se escucha en el Pacífico, y gracias a las áreas de cobertura boscosa de la vía interoceánica, que proveen refugio y sustento a la fauna nativa, tendremos a la Chachalaca Cabecigris cantando por buen rato.