Los escorpiones o alacranes son depredadores exitosos y evolutivamente muy antiguos. Están ampliamente representados en todo el mundo, con un estimado de 2,100 especies distribuidas en regiones subtropicales y tropicales. Sus cuerpos aplastados les permiten esconderse en pequeños espacios. Viven en una variedad de micro hábitats, debajo de rocas y de material vegetal como troncos, hojas y corteza de árboles. Pero también, en cualquier grieta y hendidura en sitios de actividad humana, industrial o domiciliaria.
Los escorpiones no son insectos, ellos pertenecen a un grupo diferente llamado arácnidos y, absolutamente todos, son venenosos. La potencia tóxica del veneno depende de cada especie. Algunas pueden ser letales, pero la mayoría causa reacciones comparables en severidad a la picada de una abeja. Aunque igualmente, pueden desencadenar una reacción alérgica.
Los expertos señalan que Panamá tiene la incidencia más alta de escorpionismo en la región centroamericana. En áreas de la cuenca del Canal existen escorpiones de importancia médica, por lo que resulta indispensable seguir las recomendaciones de seguridad para evitar accidentes. Entre los más relevantes están las especies del género Tityus, cuyo veneno es lo suficientemente tóxico para catalogarse como letal. Pero en estas zonas también viven otras especies, cuyos venenos representan menos riesgo a las personas. En todo caso, es recomendable buscar siempre atención médica, especialmente cuando se trata de niños.
- Los nombres escorpión y alacrán tienen origen diferente, griego el primero y árabe el segundo, pero son sinónimos y se refieren al mismo animal.
- Los escorpiones tienen hábitos nocturnos, con sus pinzas atrapan la presa y con el aguijón inyectan el veneno. Se alimentan de grillos, cucarachas, escarabajos, termitas, hormigas, arañas y pequeñas lagartijas.
- Su veneno posee propiedades terapéuticas que son estudiadas para el tratamiento del cáncer, artritis y tumores. También como antibiótico, antiviral
y refuerzo del sistema inmunológico.