Este mes de mayo, como todos los años, y en el marco del decenio internacional de los afrodescendientes, conmemoramos la efeméride entrevistando a Gloria Karamañites, primera mujer afropanameña en representar a Panamá en un certamen de belleza internacional.
¿De dónde proviene su apellido griego?
Mi origen es hispano y griego. El abuelo griego Karamañites llega desde Atenas a Colón, nunca regresó a Grecia. Desde los seis años viví en la ciudad de Colón, en un entorno inclusivo. Mi bisabuelo materno era un negro del Chocó, casado con una mujer indígena del grupo Teribe Atlántico. Mi abuela, Linda Durán de Murillo, nació en Bocas Del Toro y la recordamos como “Miss Lindá”. Mi abuelo – quien llega de desde Jamaica- decide tomar un trabajo con la compañía eléctrica de Bocas, allí se enamora y se casa con mi abuela: allí mi origen afro. Es fácil, soy Gloria Karamañites, nacida en isla Colón, pero de corazón colonense.
¿Cómo fue su juventud en la ciudad de Colón?
Estudié en Colegio Abel Bravo y durante ese tiempo, milité en el movimiento estudiantil Guaycucho N.I.R. Cuando el gobierno del presidente Demetrio Lakas propuso reactivar la economía de Colón con prostíbulos, se dieron hechos muy impactantes como la quema de la gobernación. Esos años de juventud fueron muy intensos para mí y para calmar el clima del hogar, me inscribí en el concurso de belleza. Inicié entonces, otro camino para empoderar a la gente negra y particularmente de Colón. Comencé a forjarme un destino que ha transformado mi mundo, el de Colón, y más allá.
¿Cómo fue la selección del certamen nacional?
La noche de marzo de 1980 se rompió el hielo. Fui proclamada con el título Miss Panamá, la primera mujer negra que ganara el concurso en Panamá. El fallo se transforma en un tema polémico y la decisión se debate en cómo una mujer negra representaría a Panamá en el concurso de belleza más importante internacionalmente. Luego en Seúl, Corea, en el certamen internacional, 600 millones de personas en el mundo me vieron desfilar como una de las doce mujeres más bellas del mundo. Desde entonces, continúo con un camino de reconocimiento, justicia y desarrollo para los afrodescendientes y particularmente las mujeres afropanameñas.
¿Cuándo deja la ciudad de Colón?
Luego de la invasión de 1989 decidí migrar a la ciudad de Nueva York porque necesitaba mantener a mis hijas. En Nueva York emprendí en un servicio de logística internacional. Estudié una maestría en Persuasión y Propaganda Política y otra en Teología. He trabajado en la participación política de mujeres negras, en el caso de la jueza ShawnDya L. Simpson, hija de panameño, primera mujer negra en un tribunal de Brooklyn, en la ciudad de Nueva York. También he trabajado para el voto en el extranjero y en la campaña del hoy alcalde de la ciudad, Erick Leroy Adams. Actualmente dicto clases de teología.
¿Qué hace por la visibilizar y promover la comunidad Afro?
Trabajo con una red de 29 organizaciones cuyas acciones se articulan alrededor de proyectos de beneficencia. Hoy me encuentro organizando una ONG para el mejoramiento de los colonenses. La misión será becar a los estudiantes afrocolonenses destacados, con el único compromiso que se comprometan a promover a otros colonenses. Apuesto a la educación como el motor transformador de la condición humana, y particularmente de la juventud.
¿Cómo fue su experiencia en el Festival de Cine de Tribecca?
No conocía el festival y me llevé una sorpresa cuando mi hija me dice que nuestra película fue admitida en él. Entre 3,000 documentales presentados al concurso, quedamos entre los 5 mejores. Miss Panamá es un corto documental, la historia de mi experiencia de vida navegando entre el racismo e identidad nacional y cómo desde la discriminación transitamos hacia la visibilización de la comunidad afrolatina en la ciudad de Nueva York. Es el trabajo de Lammar, mi hija, junto con la directora Pascale Boucicaut, y ha servido para impulsar la presencia afro en el cine.
¿Un mensaje final?
Tengo un compromiso con la persona humana y lo importante para mí es la esencia; lo reconozco desde mi formación teológica. Las almas, como el tambor, se tornan en una fuerza transformadora. La sociedad que hace divisiones por el color de la piel es una sociedad absurda. Todos somos miembros de una misma sola creación y parte del universo. A todos los negros de aquí de allá, les invito a identificar su propósito y destacar su talento para triunfar en la vida. Me uno al objetivo de la Secretaría Nacional para el Desarrollo de los Afrodescendientes, SENADAP, en la promoción de la plena inclusión para el desarrollo económico, político y social, independientemente del color de la piel.