“El día que el expresidente Eric Arturo Del Valle firmó el decreto que crea el Parque Nacional Chagres compramos el seguro de vida del Canal de Panamá”, con estas palabras se expresa el doctor Stanley Heckadon al momento de hablar de las intensas luchas que fueron libradas a inicios de la década de 1980 para lograr la protección de los bosques que conformaban la Cuenca Hidrográfica del Canal.
Se había firmado los Tratados Torrijos – Carter y el Canal se preparaba para la transferencia a Panamá. Había por delante retos tan imponentes como el de proteger el amplio territorio de donde brota el agua para las operaciones canaleras y el abastecimiento de la población de las ciudades de Panamá y Colón.
La primera zona que gozó de esta condición fue el Monumento Natural Barro Colorado, luego se logró la creación del Parque Nacional Soberanía (1980), establecido en la época militar. Se trataba de un gran primer paso, pero se aspiraba a mucho más, relata Heckadon.
No era una tarea fácil, sin embargo, en el periodo comprendido entre 1982 a 1983 Panamá comenzó a escuchar, con mayor intensidad, el término fenómeno de El Niño. Ese año una severa sequía impactó al país, dejándolo al borde de un racionamiento de agua por primera vez en su historia, recuerda el científico panameño.
Esto motivó a la creación de un grupo de especialistas de distintas instituciones que, de forma integral, analizó el territorio de la Cuenca, detectando una serie de amenazas relacionadas a desechos, actividades mineras y construcciones. Pero, la que más encendió las alarmas fue el rápido avance de la deforestación en las selvas de las cabeceras de los ríos Chagres, Pequení y Boquerón.
La actividad era de tal magnitud que el nivel de erosión que estaba causando ponía en peligro el buen funcionamiento del sistema de acueductos que abastecían a los moradores de la ciudad de Panamá. Adicional a ello, el resto de las amenazas detectadas podía comprometer también el futuro del Canal.
El doctor Heckadon, quien estuvo al frente de este esfuerzo, recuerda que el análisis, así como las recomendaciones fueron presentados ante las autoridades de la época y se logró, tras sustentar los hallazgos, la creación del parque más grande que existe en la Cuenca Hidrográfica del Canal de Panamá (CHCP).
El Parque Nacional Chagres tiene una superficie de 129,585 hectáreas, de las que 99,694 están dentro de la CHCP. El alcance de este objetivo, así como lo obtenido posteriormente fue el producto del esfuerzo de ese grupo de técnicos, recuerda Heckadon, todos ellos desde su experiencia aportaron al nacimiento de esta nueva área protegida, que se sumaba a las ya existentes.
El Canal en manos panameñas
El impulso a ese esfuerzo por la conservación de los bosques de la CHCP no dejó de ser una prioridad una vez que el Canal pasó a manos panameñas. Daniel Muschett, vicepresidente de Ambiente y Agua del Canal de Panamá, asegura que antes de concretar la transición de la Comisión a la Autoridad del Canal de Panamá, ya se trabajaba en los procedimientos y reglamentos que regirían esta materia.
Y es que, según recalcó, desde la misma Ley Orgánica que crea la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) se estableció que este ente tendría la responsabilidad de la administración, uso y mantenimiento del recurso hídrico y para hacerlo tendría que establecer una coordinación con otras entidades de gobierno que rigen la materia.
De allí, el nacimiento de la Comisión Interinstitucional de la Cuenca Hidrográfica (CICH), en el año 2000.
También se tomó acciones para formalizar los controles y monitoreos de la estructura que apoyaba toda la historia de datos recabados por las estaciones hidrológicas establecidas en los principales ríos, así como las estaciones meteorológicas, el programa de control de inundaciones y el mantenimiento de las estructuras básicas de control de agua, entre otros.
Tecnología para el relevo
Hoy no solo se ha mantenido todo este sistema, sino que ha evolucionado con el pasar del tiempo. Según Erick Córdoba, gerente interino de hidrología del Canal de Panamá, existen unas 60 instalaciones para esta vigilancia detallada del comportamiento del recurso hídrico, cada uno de estos puntos cuenta con sensores y microcomputadoras que desarrollan una serie de mediciones del clima en tiempo real y transmiten esta información de igual manera.
Los avances tecnológicos, comentó Córdoba, han incrementado la eficiencia de los equipos lo que ayuda en el análisis y almacenamiento de la información y facilita que los profesionales encargados de procesar esta data puedan desarrollar su labor y suministrarla en un menor tiempo para ayudar en la toma oportuna de decisiones.
Información de satélites, instalación de radares meteorológicos, computadoras de alto rendimiento, sistemas de videovigilancia entre otros desarrollos tecnológicos son parte de las herramientas con las que cuenta el Canal de Panamá para el monitoreo de estos recursos por los que tanto lucharon aquellos profesionales panameños y extranjeros.
A juicio de Muschett, a lo anterior hay que agregar que se ha emprendido una nueva lucha: la identificación de aquellas opciones o nuevas fuentes de agua que permitan que, a futuro, se pueda mantener la disponibilidad del recurso para consumo de la población y las operaciones de la vía interoceánica.