En agosto, el Canal de Panamá celebra 106 años de compuertas abiertas al mundo. No ha sido fácil, sin embargo, solo en dos momentos de su historia ha sido cerrado y no por falta de capacidad, sino por situaciones de fuerza mayor.
El Canal es parte de un proceso histórico que debe llenar de orgullo a todos los panameños porque es parte de nuestra identidad como país. Ese orgullo afloró con más fuerza a partir del 9 de enero de 1964 cuando la nación alcanzó el sueño de “ser soberano en todo su territorio”.
De allí inicia el proceso de conquista, día a día, hasta el 31 de diciembre de 1999, cuando con el mayor de los júbilos ese mismo pueblo celebró la culminación del proceso.
Pero, la historia del Canal junto al país no terminó allí. Fue en ese momento y hasta el presente que hemos demostrado, tanto a nacionales como a extranjeros, la capacidad de este pequeño terruño de llevar a la vía interoceánica a ser más eficiente y competitiva.
Hemos venido trabajando también en lograr la sostenibilidad, al enfrentarnos a un enemigo cuyo poder no se puede medir y cuyas acciones pueden afectar mucho de lo que conocemos en la actualidad. A este enemigo se le conoce como “crisis climática”, que en términos generales se refiere a la variación del clima de la Tierra por causas naturales y por la acción del hombre, cuyas consecuencias se manifiestan en el aumento de la temperatura (evaporaciones de masa de agua), precipitaciones pluviales (disminución o movimiento de los patrones de lluvia), aumento del nivel del mar (inundaciones en áreas costeras) o cualquier otro fenómeno que cambie las condiciones naturales en que hemos vivido hasta el momento.
Lo antes descrito aporta a la teoría de sostenibilidad del Canal de Panamá que descansa primordialmente en poder contar con el agua para garantizar tanto el consumo humano como las operaciones y así dejar, a las futuras generaciones, un Canal con la calidad, la cantidad y el control del recurso hídrico para mantener las operaciones. El objetivo fundamental se resume en no dejar secar nuestro futuro, porque sin agua nada es igual.
La invitación al cierre de este escrito es apoyarnos nuevamente como individuos, como sociedad y como país. Aceptar que el camino a la sostenibilidad del activo principal de la nación no está en manos de unos cuantos, está en manos de todos, y que juntos debemos salir al frente, como aquel 9 de enero, unidos con la fe y la esperanza de volver a conquistar un sueño. Un sueño que mantiene viva la esperanza de una nación y que nos posiciona como un eslabón principal en el comercio marítimo y en el clúster logístico de Panamá y del resto del mundo.
Agosto es el tiempo para celebrar los 106 años del Canal, pero también es tiempo de unirnos como panameños para conquistar este nuevo sueño: un Canal pujante y creciente por muchos años más.
Felicidades a todos los panameños, pues el Canal te celebra a ti también, porque ser panameño es ser canalero.
El autor es Gerente de Comunicación del Canal de Panamá.