¿Es un bejuco o una ramita?
La bejuquilla es una maestra del disfraz. Con muy poco esfuerzo se mimetiza entre la vegetación al desplazarse entre el follaje. Por momentos, se queda inmóvil, pero a veces su cuerpo oscila, semejando una verde ramita o un bejuco movido por el viento.
En nuestros bosques existen varias especies de culebras que comparten características como: cabeza alargada y puntiaguda, ojos grandes, cuerpo muy delgado y largo, color verde claro, marrón y en ocasiones, otros colores. Indistintamente de la especie, las conocemos como bejuquillas.
Estas culebritas son arborícolas, pueden vivir en variados tipos de hábitats. Usualmente las encontramos en arbustos o herbazales a orilla del bosque y hasta en vegetación más densa en los predios de las áreas de trabajo, donde generalmente pasan inadvertidas.
Son cazadoras activas durante el día y su fina visión binocular le brinda un amplio campo sensorial para encontrar sus presas. Se alimentan de lagartijas, aves y ranitas, principalmente.
Veloces y a veces no tan amigables
Aunque son escurridizas, a veces suelen ser hostiles y abren su boca en señal de amenaza, como mecanismo de defensa. En la mayoría de los casos, al detectar actividad humana, solo se deslizan entre la verde vegetación y desaparecen como por arte de magia. Si usted se encuentra con una de ellas, guarde distancia, aléjese del sitio sin hacer movimientos bruscos y permita que ella siga su camino.
Miembro de la biodiversidad
La bejuquilla es un componente de la diversidad herpetológica nativa. Si bien la mayor parte del tiempo no nos percatamos de su importancia, desempeña una función activa en los niveles intermedios de la cadena alimenticia. Ya sea como depredadores, o como alimento de otros animales, la bejuquilla contribuye con el funcionamiento y equilibrio de nuestros extraordinarios ecosistemas tropicales.