Elvia Vargas es una mujer de pocas palabras, pero de muchas decisiones. La acompaña una timidez que desaparece justo cuando habla de aquello que a ella y a su esposo Antonio les apasiona: hacer producir la tierra. En cada rincón del pequeño terreno que poseen en la comunidad de Las Lajas de Capira, hay evidencia de este trabajo.
Cuenta que en una ocasión su vecina le comentó que el Canal de Panamá buscaba voluntarios para participar de un programa que ayuda a las familias a producir alimentos, se lo propuso a su esposo y hoy forman parte de los más de 200 beneficiarios del proyecto de Producción Agropecuaria Familiar Sostenible que se implementa en diversas comunidades de la Cuenca.
Varias semanas han pasado desde aquella decisión y, hoy, Elvia y su familia pueden exhibir orgullosos el fruto de su trabajo. Con la asesoría de los especialistas del proyecto han sacado el máximo provecho en un modesto terreno en el que ya crecen las plantas alimenticias y pastorean las gallinas, una clara señal de esperanza. A María Coralia Urriola, cosechar alimentos la llena de alegría, pero también de un optimismo justificado; no duda en calificar la capacitación que está recibiendo como el máximo aporte que el programa ha traído a su familia.
Mientras recorre los avances en su terreno ubicado en Los Caobos de Chilibre Centro, comenta que una vez finalice la implementación del programa en esta región de la Cuenca, estará en capacidad de seguir produciendo de una forma organizada y eficiente, pues se les ha dotado con las herramientas técnicas que le facilitarán el logro de este objetivo.
Mucho más que producir alimentos
Ubicarse en el punto central de estos terrenos resulta una experiencia muy particular: habrá producción en todo aquel rincón al que
se mire, por un lado crece el maíz, las hortalizas ya muestran sus productos, gallinas ponedoras pastorean en sitios controlados y así en cada uno de estos sitios habrá una prueba de que se trata de un esfuerzo integral.
Con el proyecto de Agricultura Familiar Sostenible se busca aportar la seguridad alimentaria y nutricional de las familias participantes, por medio del establecimiento de núcleos de producción agropecuarios que facilitan el acceso a plátanos, raíces y tubérculos, granos básicos, hortalizas y fuentes de proteína de origen animal como pollos de engorde y gallinas ponedoras.
Se impulsan prácticas basadas en técnicas agroecológicas que promueven el adecuado aprovechamiento de los recursos locales, procurando niveles de producción superiores a los obtenidos por medio de los métodos de subsistencia tradicional.
Alejandro Figueroa especialista interdisciplinario de la División de Políticas y Protección Ambiental del Canal, explicó que la metodología implica hacer una planificación efectiva sobre el terreno, lo que permite que puedan producir todos aquellos alimentos que la familia requiere para mantener una alimentación balanceada.
Detalló que gracias a ello cultivan granos básicos (maíz, arroz y frijol), que ayudan a fortalecer el cuerpo, además obtienen las proteínas a través de la carne y huevos de las aves que crían, mientras que las vitaminas y minerales se suplen con las hortalizas, raíces y tubérculos.
En dirección a una producción orgánica
Si bien el objetivo principal del programa es el de garantizar la alimentación de la familia se aspira a mucho más. Esa preparación que tanto entusiasma a María Coralia implica promover una producción eficiente que aproveche los recursos del entorno para obtener productos orgánicos; es decir, que se promueve el uso de sustancias biológicas tanto para la fertilización como para la protección de los cultivos.
Figueroa asegura que el programa ha sido diseñado para incentivar las mejores prácticas agropecuarias. Se enseña a los beneficiarios a obtener todos los recursos directamente de la finca, con lo cual se ahorran el dinero de los agroquímicos, se protege el ambiente y al mismo tiempo ofrecen productos de muy buena calidad y, por ende, con una buena valoración en el mercado.
En este sentido, agregó que la idea es impulsar también la asociatividad entre los participantes para que, luego de garantizar la alimentación
en el hogar, puedan vender sus excedentes negociando en conjunto para obtener un buen precio y generar ganancias que aseguren la sostenibilidad de la iniciativa.
Alianzas que rinden frutos
La participación del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA) como aliado estratégico, ha facilitado el logro de los objetivos trazados con el desarrollo del proyecto. Se trata de una entidad con una alta presencia en el territorio y cuyos técnicos juegan un papel fundamental en el seguimiento que requieren los beneficiarios para impulsar sus huertos.
Para Reyes Castillo, jefe de la agencia del MIDA en Nueva Arenosa, se trata de una idea que desde su origen contempló el trabajo conjunto, lo que ha motivado que en poco tiempo se comiencen a percibir los beneficios que impactan positivamente a estas familias de escasos recursos.
Enfatizó que los participantes ahora cuentan con una forma de asegurar la alimentación de los integrantes del hogar, un aspecto que representa una gran ventaja para todos, pero principalmente para los niños que son los más vulnerables, debido a la etapa en la que se encuentran.
Al beneficio que reciben las familias se suma el que recibe el ambiente. Al adoptar los métodos de producción propuestos y hacer una agricultura sostenible, reduce la tala y quema de montes, lo que repercute positivamente en la protección de las fuentes de agua, aseguró el funcionario.
El Canal de Panamá continúa creando e implementando programas dirigidos a promover el desarrollo sostenible en las comunidades de la Cuenca, donde el aporte de los moradores y las instituciones de Gobierno resulta fundamental para garantizar el cuidado del agua con la que se abastece a más del 50 % de la población, se garantizan las operaciones canaleras y el resto de las actividades económicas que impulsan el desarrollo del país.