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Miraflores: la modernización de una potabilizadora centenaria

Potabilizadora de Miraflores - Canal de Panamá

Mientras recorre cada estación de trabajo de la sala de filtros en la potabilizadora de Miraflores, el operador Agripino Aguilar parece despedirse de las que, por años, han sido sus compañeras en incontables jornadas de trabajo.

Nuevas tecnologías se están abriendo espacio en esas instalaciones, luego de que las existentes cumplieran su vida útil.

Potabilizadora de Miraflores

En cada uno de estos puestos, una serie de perillas y relojes de medición desde donde se controla el filtrado final del proceso de potabilización, se están cambiando por un monitor digital que tendrá la misma función, pero controlando las nuevas válvulas que también se colocan metros abajo. En otras palabras, se pasará de un sistema mecánico hidráulico a uno digital.

Son cambios que se realizan sin detener la potabilización, por lo que Agripino y los demás operadores combinan su jornada laboral entre la operación tradicional y la implementación de la nueva tecnología. Mientras esto sucede, gradualmente salen de operación los viejos controles y válvulas que datan de 1914, cuando se construyó la planta.

La nueva planta potabilizadora de Miraflores

Con una inversión que supera los cuatro millones de balboas, el Canal de Panamá busca optimizar el funcionamiento de esta centenaria planta, que desde 1915 ha cumplido con la misión de producir agua potable para abastecer las instalaciones canaleras. En la actualidad, dicha planta brinda servicio a unos 200,000 habitantes de la capital panameña.

Carlos Della Togna, gerente de Producción de Agua del Canal, describió el proyecto como “una transición cuántica, en la que se pasa de procesos y de tecnología disponible en 1914, a la que existe en este momento”. Añadió que este cambio representa un notable avance, que se traduce en mayor confiabilidad de la operación.

Carlos Della Togna

La iniciativa consiste en el reemplazo de 142 válvulas del sistema de filtración, que pasarán de hidráulicas a motorizadas con actuadores eléctricos. Adicional a ello, se adecuarán las áreas dedicadas a la dosificación de carbón y fluoruro con el reemplazo de cuatro equipos.

“La parte más joven de Miraflores, estructuralmente hablando, data de 1942”, asegura Luz de Meneses, supervisora de la planta, mientras recorre la galería de tuberías en la que los colores verde y azul marcan la diferencia entre lo que data de 1914 y lo que se instala. Esta renovación aspira a producir 57 millones de galones diarios; es decir, un millón más de la cifra actual.

Luz de Meneses

Una obra centenaria a prueba del tiempo

En marzo de 1915 inició operaciones la planta que abastecía a todo lo que en esa época constituía la ciudad de Panamá, hasta que en 1974 finalizó la construcción de la potabilizadora Federico Guardia Conte de Chilibre. Actualmente, esta es la planta más grande del país; sin embargo, Miraflores no salió del sistema y siguió suministrando agua a los hogares de El Chorrillo, San Felipe, Santa Ana, Marañón y Calidonia.

Han pasado 106 años desde que Panamá hizo historia al poner en marcha una de las primeras plantas potabilizadoras de Latinoamérica. “Desde entonces, el servicio se ha mantenido ininterrumpidamente, aun bajo las peores condiciones en cuanto a la calidad del agua cruda”, asegura Meneses, a quien sus años de experiencia le generan un orgullo que se evidencia en su hablar.

Uno de los momentos más complicados, recuerda, se vivió durante la tormenta La Purísima (2010), que provocó cientos de deslaves con el consecuente aumento de la turbiedad en los lagos. En aquel momento, la operación se detuvo por solo 16 horas. Todo un récord, considerando que los reportes de la época detallan que los sectores de la ciudad que no se abastecían de esta planta no tuvieron agua potable por alrededor de 40 días.

Mantener una operación óptima durante tanto tiempo es un proceso interno, complicado y a la vez, dinámico, asegura Meneses, quien rememora que inició su carrera profesional en este lugar y que la impactó inmediatamente, pues funciona como un reloj pese a que todo data de 1915.

La clave del éxito

En la sala de controles, frente a una fila de pantallas y sistemas de comunicación, Pedro Arauz, otro de los operadores en Miraflores, monitoriza y actúa sobre cada uno de los procesos que se desarrolla en la planta, desde las tomas de agua hasta cuando el líquido está listo para ser distribuido. Esto es una señal de que la tecnología está presente en la dinámica diaria, aunque las instalaciones tengan ya más de 100 años.

Desde este puesto de control, se atienden también las coordinaciones necesarias con el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN), y se emiten alertas para atender cualquier eventualidad que necesite de la participación del personal de apoyo del Canal de Panamá.

Con el pasar del tiempo, los procesos se fueron simplificando y modernizando, lo que se fortaleció cuando a finales de los años 70, se implementó el sistema Supervisory Control and Data Acquisition (Supervisión, Control y Adquisición de Datos), conocido como SCADA.

Se trata de una herramienta que facilita el desarrollo de software para computadoras utilizadas en el control y supervisión a distancia de procesos industriales.

En este, como en otros ambientes de todo el mundo, y sobre todo ahora en tiempos de pandemia, la tecnología avanza sin dar tregua. El Canal y su gente comprenden perfectamente el cambio y, por ello, tanto Meneses como Della Togna coinciden en que paralelo a estas adecuaciones, los hombres y mujeres que operan la planta son el recurso más valioso de esta organización.

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