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La placa de las escalinatas, recuerdo de la Primera Guerra Mundial.

Decenas de personas suben y bajan a diario las escalinatas del Edificio de la Administración del Canal. Hacen ejercicio, toman […]

Decenas de personas suben y bajan a diario las escalinatas del Edificio de la Administración del Canal. Hacen ejercicio, toman fotografías y pasean a sus mascotas.

Casi en la cumbre de las escalinatas hay una pequeña plaza que sirve de descanso para los trotadores donde se yergue una placa de bronce que puede pasar desapercibida. En ella se lee: “A la memoria de los compatriotas de la Zona del Canal de Panamá que dieron su vida al servicio de su país en la guerra mundial”.

¿Qué tuvo que ver la Gran Guerra Mundial, luego conocida como la Primera Guerra Mundial, en la historia del Canal de Panamá?
La guerra se convirtió en un obstáculo que previno que los reflectores de la gloria que esperaba recibir el Canal al ser inaugurado fuesen desviados al conflicto bélico que inició dos semanas antes de su inauguración.

Este conflicto global no solo eclipsó la inauguración, sino que también tuvo un impacto en el uso inicial de la tan esperada vía, ya que había muchos menos barcos comerciales en alta mar debido a bloqueos, ataques de submarinos y asaltos al comercio. Esta situación, en donde en promedio solo cuatro barcos al día cruzaban el Canal, se mantuvo hasta el final de la guerra en 1918.

La zona del Canal entra en la guerra

Antes de entrar en la guerra, Estados Unidos se había establecido como un proveedor tras bastidores, pero puso fin a su neutralidad y declaró la guerra al Imperio Alemán el 6 de abril de 1917, casi tres años después de que comenzara la Primera Guerra Mundial. Al día siguiente, Panamá también declaró la guerra a Alemania.

Se decreta, entonces, que el oficial del ejército al mando de las tropas estacionadas en el istmo asumiera la autoridad y jurisdicción sobre la operación del Canal y el gobierno de la Zona del Canal. Se procedió a arrestar a varios ciudadanos alemanes que se encontraban en la Zona y que eran sospechosos de espionaje, y el hotel Aspinwall en la isla Taboga se utilizó como campo de concentración para estas personas.

La guerra despertó señales de alarma en la población y el peligro de que espías lograran acarrear atentados contra la seguridad del Canal se convirtió en un temor latente. Para enero de 1918, en la revista Canal Record aparecían textos como “No confíes en nadie a quien no conozcas”, “No olvides que los agentes enemigos o los amigos de los agentes enemigos intentan obtener de una forma u otra información para uso directo o indirecto por parte del gobierno alemán”, entre otros.

La población civil de la Zona, mientras tanto, se volcó a apoyar a
sus tropas luchando en el viejo mundo. Por ejemplo, las mujeres participaban en la compra de “Bonos de libertad” y “Sellos de ahorro de guerra” para ayudar a financiar las campañas militares.

La placa

La guerra terminó el 11 de noviembre de 1918 y en esa misma fecha cinco años más tarde, la Zona del Canal erigió, con elaboradas ceremonias y con la asistencia de más de 2,000 personas, la placa en memoria de los muertos en la guerra.
En una apacible noche de invierno, el presidente Belisario Porras, el gobernador Jay Morrow, oficiales del ejército y la marina, veteranos de guerra españoles, la legión americana, el cuerpo de policía y bomberos de Panamá, e incluso estudiantes del Instituto Nacional, se reunieron en las escalinatas del Edificio de la Administración para conmemorar la memoria de los héroes que dejaron su vida en la guerra más sangrienta conocida hasta entonces.

Albert C. Hindman, fiscal de distrito, fue el encargado de dar el discurso principal. Mantuvo hechizada a la multitud y, según los periódicos de la época, hizo llorar a muchos de los asistentes mientras describía los horrores de la guerra y los sufrimientos de las madres cuyos hijos les fueron arrebatados para que el progreso de la civilización no se detuviera.

Hindman señaló que “Hoy hace cuatro años, a las once de la mañana, el poder del imperio alemán se derrumbó ante las fuerzas del derecho y la justicia, y un mundo devastado por la guerra, enfermo y cansado depuso sus armas. Durante más de cuatro largos y fatigosos años, las naciones civilizadas de la tierra habían dedicado sus recursos materiales, sus energías y su mano de obra a matar a sus semejantes y, a cambio, ser asesinados por ellos. Porque así es la guerra. Podemos estar cegados por su aparente magnificencia y grandeza; podemos intentar engañarnos con la idea de que tiende a poner en primer plano los elementos de fuerza y hombría de sangre roja en una nación; hasta podemos creer que es propicio para la solidaridad y el sentimiento patriótico y de amor a la patria; pero en última instancia, la guerra es destructiva, la guerra es brutal, la guerra es bárbara”.

Canaleros que pelearon en la guerra

No hay nombres inscritos en la placa. Ella conmemora a todos los que fueron a la guerra, militares o civiles, provenientes de la Zona
del Canal y que nunca regresaron. Se sabe, sin embargo, que once figuraban en las listas de empleados del Canal de Panamá en el momento en que encontraron la muerte.

Canaleros como: George Pendleton, proveniente de Cristóbal y empleado como secretario de la División de Asuntos Civiles, quien murió por las heridas recibidas al saltar de un tren en movimiento; Louis Pearson, empleado como gerente de restaurante en la división de subsistencia y quien murió por enfermedad en un campo de entrenamiento; Nathaniel J. Owen, operador de la caseta de control de las esclusas de Miraflores, muerto en acción; y Walter Barnebey, empleado en la división eléctrica y quien pereció por una caída desde un avión mientras estaba en servicio con la fuerza expedicionaria estadounidense en Francia.

Ellos son ejemplo de trabajadores del Canal que brindaron su vida al ideal de la paz en el viejo continente. La placa lleva ya 100 años en las escalinatas y ha sido testigo de hechos que han marcado nuestros destinos. Frente a ella pasaron los estudiantes del Instituto Nacional con sus pancartas solicitando soberanía aquel 9 de enero de 1964; estuvo presente en innumerables fotografías tomadas el 31 de diciembre de 1999 día de la reversión, y también ha sido testigo de los veranos culturales del Canal.

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