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El sueño del agua

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Publicado originalmente en La Prensa

El agua es corazón y razón, al menos ese es el mensaje que pude rescatar al escuchar la canción de Jarabe de Palo titulada Agua, porque, como dice su letra “el agua es pasión y ley, una difícil mezcla; agua y sed, serio problema, porque cuando uno tiene sed, pero el agua no está cerca y cuando uno quiere beber, pero el agua no está“.

Bajo estas inspiradas notas, al celebrar en el mes de marzo el Día Mundial del Agua, podemos como panameños y panameñas pensar en todas las dimensiones que nos propone su amplia esfera, principalmente iniciar El sueño, como titula la obra de Salvador Dalí, al decir que “si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar”, y este, en el que Panamá se convierta en un país hídrico y en la siguiente capital mundial del agua, para que al ir despertando recibamos el amable calificativo de ser un modelo de nación por la excelente gestión y toda la dignidad que a este recurso le otorgamos.

Lo escribí en mi libro Holismo verde: mirando el cielo, pero con los pies en el suelo. Por lo dicho el agua también es gestión de conflictos, el cual puede ser entendido como un generador de oportunidades o como un problema con tendencia a la frustración, de la mirada del observador depende. Pero para evitar pasar de héroes a villanos, es necesario posicionar el agua como la estrella de los gobiernos, y desde una perspectiva de políticas públicas, solo trascender.

Tal vez procurando dimensionar la magnitud del problema, dijo hace poco Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, que estamos ante una crisis inminente, ya que, entre dos mil millones y tres mil millones de personas sufren escasez de agua en el mundo y como sociedad continuamos capitalizando la naturaleza, pasándola de un bien común y social a verla solo como mercancía.

Porque, aunque el agua es la misma desde la era de los dinosaurios, lo que sí es distinto son sus usos, usuarios y apropiación; algo así como el mismo derecho humano para todos, pero con acceso diferenciado. Visto de esta manera, la denominada sostenibilidad hídrica en Panamá, para un país interoceánico como el nuestro, propone desafíos asociados a su manejo integrado y lo que denomino la formación de una “cultura política del agua” basada en una nueva ética productiva que aumente la baja percepción política del riesgo poblacional sobre su finitud, estableciendo un conjunto de valores mínimos comunes para una mejor y mayor relación con este elemento natural y así no pasar de lo sublime a lo ridículo.

Dijo una vez Mario Capecci, premio Nobel de Medicina, que todo lo que me fue adverso me sirvió para crecer y para pasar de la crisis a la propuesta, hemos sido consistentes en que nuestro país necesita de una nueva chispa salvadora que nazca de la necesidad de enfrentar dos crisis en nuestro país, la de la disponibilidad futura del agua como elemento natural y la de su adecuada gestión. Para esto, hay que comprender que la demanda social insatisfecha, propone la superación de trasnochadas visiones fragmentadas que dificultan ver integralmente un tema tan complejo, que sin atender al territorio como un entramado interconectado, pierden la perspectiva de los principales problemas asociados al agua y sus potenciales soluciones.

Para esto hace falta elaborar políticamente una mirada pedagógica distintiva, como decía Paulo Freire, politizando el acto pedagógico para que sea transformador, ecoeducando con lógica relacional y como en el relato de la torre de Babel, superemos el lenguaje fragmentado por multiactores, y con cambio de perspectiva, abramos paso a un adecuado sistema de transferencias para integrar las políticas públicas; los sistemas de investigación; de información; de transferencia de conocimiento y el diseño de una nueva ética que nos permita una mejor relación con el agua como elemento y recurso natural, para usos y usuarios diferentes. Lo dicho debe cumplir con al menos tres condiciones: capacidad técnica-científica para un manejo integrado (el país entendido como macrocuenca interconectada); aplicación de la innovación y alta tecnología (operar desde el futuro y la inteligencia artificial), y decisión política para hacerlo o hacerlo, no hay opciones (renovada cultura política del agua), otorgándole jerarquía de tema de Estado y un asunto de seguridad nacional.

Aunque soñar no cuesta nada y mucho relaja, la obra de Dalí nos dice que podemos sacarle partido a nuestros sueños, que al dormir en una silla, aconsejaba sentarse con la cabeza echada hacia atrás contra el cuero estirado del respaldo y con las manos colgando agarrando un llave de metal, en el momento justo de conciliar el sueño, la llave caería de los dedos contra un plato de metal y ese sonido alertaría de que es el momento de dejarse llevar por la creación, en donde medio dormidos, medio despiertos, quizá lleguemos a ese castillo que retrata al fondo de su pintura, donde encontraremos cosas inimaginables que podemos traer a nuestra realidad. Este es el sueño del agua, solo hecho posible, siendo cada uno el cambio que queremos ver en el mundo.

El autor es coordinador de asuntos institucionales y proyectos del Canal de Panamá.

 

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