Los felinos se encuentran ubicados en la cima de la pirámide alimenticia, pues son cazadores que juegan un rol importante en el control de otras especies de nuestras selvas.
Son difíciles de observar ya que habitan bosques montañosos no intervenidos, evitan sitios de actividad humana y generalmente tienen actividad nocturna.
En las áreas operativas hemos recibido la visita inesperada de uno que otro ocelote o manigordo, como también se le llama, pero han sido casos muy aislados.
En Panamá existen seis especies de felinos de diferentes tamaños, hábitos, colores y distribución geográfica.
Éstas son: el jaguar (Panthera onca), puma (Puma concolor), ocelote o manigordo (Leopardus pardalis), yaguarundi o tigrillo congo (Puma yagouaroundi), tigrillo o margay (Leopardus wiedii) y la oncilla (Leopardus tigrinus).
Todas ellas están protegidas por estrictas leyes nacionales e internacionales. El primer sábado de marzo se estableció como Día Nacional de los Felinos Silvestres
en Panamá por Decreto Ejecutivo N° 12 de 23 de febrero de 2018, con el propósito de conservar y educar sobre la biodiversidad de los felinos nativos. Adicionalmente, el 1 de febrero la comunidad chino panameña celebró la llegada del año nuevo según el calendario lunar. Este será el año del tigre, un felino del continente asiático.
El manigordo
El ocelote es un gato compacto, pero musculoso y atlético. Está entre las tres especies más pequeñas de felinos silvestres en nuestro país. Aunque es más grande que un tigrillo, es tan similar a éste en su patrón de color, que se confunde fácilmente. El ocelote mide entre 70 y 90 centímetros de largo, más la cola de hasta unos 40 centímetros. El peso puede estar entre 7 y 15 kilogramos.
El ocelote tiene excelente visión nocturna y caza roedores, conejos, zarigüeyas, iguanas, aves, tortugas, ñeques, culebras, tamandúas, armadillos y también es hábil atrapando peces.
La mayor densidad de población del ocelote a nivel continental se registró en nuestro país, en la reserva natural de Barro Colorado ubicada en el lago Gatún.
Entre los principales retos que enfrentan los felinos, están la segmentación y desaparición de su hábitat, la cacería furtiva, agricultura, explotación minera y las de rutas de transporte terrestre.
Es por esto que las áreas selváticas, como los bosques de la cuenca del Canal, que a su vez se interconectan con el Corredor Biológico Mesoamericano, representan el último santuario natural para la supervivencia de felinos como el ocelote.
“Es el felino más abundante en la cuenca del Canal”
Ricardo Moreno, presidente de la Fundación Yaguará e investigador asociado del Instituto de Investigaciones Tropicales Smithsonian, destaca que “el ocelote es muy cosmopolita, porque se encuentra en un amplio rango de hábitats, desde bosques a la orilla de playas hasta alturas de 2,800 metros sobre el nivel del mar”.
Moreno describe a este felino como sigiloso y muy esquivo con los seres humanos pero que el avance de la frontera urbana hace que se vuelva más tolerante con la presencia humana. “Al ser el felino más abundante en el país y particularmente en la cuenca del Canal, están presentes en las áreas revertidas como Clayton, Curundú, Albrook y en las áreas urbanas hacia el este de la ciudad, sitios que antes de ser desarrollos eran bosque tropical lluvioso. Llegué a ver huellas de ocelote en La Locería”.