En nuestro recorrido por el pensamiento nacional, el bicentenario y el Canal de Panamá, El Faro conversó con la doctora Ana Elena Porras, académica y estudiosa de la sociedad panameña.
Encontramos pertinente escudriñar la composición de la sociedad panameña al momento de la independencia de España y luego de la separación de Colombia, siempre vinculando la influencia de un proyecto de comunicación interoceánica en el contexto del bicentenario.
¿Cómo era la composición de la sociedad panameña en esos años de la independencia de España?
La composición socioeconómica y política de Panamá, a juzgar por autores como Hernán Porras y Alfredo Figueroa Navarro, había heredado una sociedad de castas coloniales e hispánicas. La jerarquía del prestigio y la asignación de privilegios socioeconómicos eran verticales, situando en la cima a los criollos blancos, bajando hacia una emergente clase intermedia de mestizos y mulatos, hasta llegar a una base indígena y negra que heredaba el estigma de la esclavitud colonial.
Simultáneamente a estas diferencias raciales que dependían del color de las personas, añadió desigualdad la rivalidad entre regiones económicamente diferentes y sus grupos humanos que compiten por la hegemonía política del Istmo: el Panamá transitista vs el Panamá rural. Porque el Panamá indígena, durante la conquista fue diezmado y después de la independencia fue marginado.
En el siglo XIX se registraron sucesos que favorecieron la consolidación y hegemonía de la sociedad de la región del tránsito frente a su principal competidor, la región rural y las élites del interior. La construcción del ferrocarril transístmico, la experiencia del Estado del Istmo, el Estado Federal de Panamá y el inicio de la construcción del Canal por los franceses, fueron algunas de estas condicionantes.
Esta consolidación de la zona de tránsito no solamente es económica y social, sino también cultural, porque el transitismo, y su cultura de la interoceanidad se imponen definitivamente a partir de 1903, como sistema de valores y proyecto nacional, una sociedad transitista por encima de una rural. Ambas sociedades culturalmente diferenciadas y rivales en el forcejeo por la hegemonía del Istmo, asimilan, excluyen y marginan al Panamá indígena.
Los grupos mulatos y mestizos de la zona de tránsito se hacen sentir desde el inicio del siglo XIX, desde los movimientos liberales, primero como bolivarianos, por ejemplo, José Domingo Espinar, y más tarde, en levantamientos liberales radicales, donde destaca la figura de Pedro Prestán. Por su parte, el arrabal santanero tuvo su proyecto liberal con líderes mulatos como Carlos Mendoza.
Mientras que, a pesar de haber perdido la Guerra de los Mil Días, los indígenas también hicieron sentir su presencia y músculo político desde la trinchera liberal con Victoriano Lorenzo y los campesinos de las provincias, y junto a los mulatos del arrabal, siguieron el liderazgo de Belisario Porras, tanto en provincias del interior como en el arrabal santanero en la ciudad de Panamá.
Hay una discusión, incluso mitos, sobre el movimiento independentista desde el interior y su camino a la capital. ¿Por qué la independencia surge en Los Santos, Veraguas, y luego el movimiento cala en la ciudad?
La independencia de España es liderada por las provincias del Panamá rural. El general José de Fábrega es quien la encarna desde Veraguas, a pesar de que el grito de Los Santos, con su sociedad
de ganaderos y campesinos pequeños propietarios, le dispute protagonismo a Veraguas en nuestra memoria colectiva. Desde la perspectiva del liderazgo, observamos que son las provincias del Panamá rural, con sus militares, sacerdotes y terratenientes (grandes y pequeños), quienes se anticipan a la ciudad capital del Panamá transitista y a sus élites comerciantes, al tomar la iniciativa por la independencia de España y de sumarse al proyecto de Simón Bolívar.
El análisis de clases sobre la independencia podría indicarnos un origen mixto: una emergente clase media rural de Los Santos, sumada a la aristocracia terrateniente y rural con el clero de Santiago de Veraguas, entre los impulsores más visibles del movimiento emancipador de Panamá, en sintonía con el proyecto bolivariano de la Patria Grande o Gran Colombia.
Ante la precipitación de estos movimientos independentistas por parte del Panamá rural y del resto de América Latina, las élites comerciantes de la región de tránsito que se habían mantenido leales a España hasta el final de la emancipación, porque al comercio interoceánico de Panamá le iba bien en el sistema colonial, se vieron presionadas a sumarse.
Las razones para que estas diferencias se dieran fueron varias. Por una parte, las más altas posiciones militares eran reservadas para los españoles, y los criollos blancos eran relegados a posiciones de segunda jerarquía en las colonias. También destaca como causante de la rebelión de nuestras provincias del interior contra España,
la imposición de nuevos impuestos de guerra, para costear la defensa española contra las rebeliones de sus colonias y la ausencia temporal del mariscal español Juan de la Cruz Mourgeon y Achet, capitán general del Nuevo Reino de Granada, dejando al general panameño, José de Fábrega a cargo del ejército español en el Istmo.
¿Qué sucede en 1903?
El movimiento separatista de Panamá de Colombia en 1903, es más conocido gracias a una mayor dedicación historiográfica y debido a la necesidad prioritaria de la naciente República de Panamá por construir su identidad nacional, hasta el punto de haber opacado por muchos años la memoria y la investigación histórica de la independencia de 1821 y del siglo XIX.
La separación de 1903 es impulsada por las élites comerciantes de la zona de tránsito, como explican Hernán Porras y Ricaurte Soler, para apresurar y garantizar su proyecto nacional transitista con la construcción del Canal de Panamá bajo un protectorado militar de los Estados Unidos.
A este movimiento, liderado por la zona de tránsito y sus grupos dominantes, se le sumaron después las provincias. Fue así que se consolidó el proyecto transitista sobre el rural y nace la República de Panamá como puente del mundo, Pro Mundi Beneficio, emporio comercial y proyecto nacional hegemónico frente al Panamá rural y frente al Panamá indígena.
Tanto la independencia de España, en 1821, como la separación de Colombia, en 1903, fueron el producto de maniobras políticas y diplomáticas con casi nulo enfrentamiento militar. Esto puede valorarse como positivo, porque no causó mayores pérdidas en vidas humanas.
No obstante, hay diferencias significativas entre ambas: en el caso de 1821, los panameños parecen haber sido inspirados por el liderazgo y visión de Simón Bolívar, construyendo una identidad colombiana y latinoamericana. En cambio, la separación de Colombia, en 1903, no tuvo su equivalente liderazgo ni arraigo popular, a pesar de los varios intentos autonomistas y separatistas, durante el siglo XIX.
Sobre el poco arraigo popular de 1903, puedo compartir una anécdota de historia oral. El doctor Arturo Morgan Morales, amigo de mi padre desde su infancia y nieto de don Eusebio Morales, me dijo personalmente, en una visita suya a mi casa, en 1979, que su abuelo Eusebio Morales le había contado a él que durante el acto oficial y firma del Acta de la Separación de Colombia, en la Plaza de la Catedral, el pueblo del arrabal santanero, no entendiendo lo que pasaba, gritaba “¡Viva Colombia!”, produciendo engorro entre las personalidades del evento oficial allí convocadas…”.
Desde estas perspectivas, Ana Elena Porras concluye: “nos queda el desafío de revisar nuestra historia nacional de manera crítica, plural e incluyente”.